No se puede decir que los profesores no se reunan (no sean reunidos): claustro, ETCP, áreas, departamentos, equipos educativos, tutores… Los alumnos también se reunen (son reunidos), pero mucho menos: juntas de delegados, clases. Los padres se reunen poco o nada. Y en el consejo escolar se reunen (son reunidos) los representantes de todos los sectores.
Pero todas estas reuniones son obligatorias, son convocadas por superiores o por imperativo legal, a la gente no le interesa, les resulta ajeno lo que se trata. O hay personas antagónicas, con visiones del mundo (escolar, concretamente) muy diferentes. O están dirigidas por los convocantes que esperan un resultado concreto. En estas reuniones no suele haber debates ricos y abiertos, disparidad de opiniones expresadas y escuchadas con máximo respeto, nada vivo sale de ellas, nada de propuestas arriesgadas, innovadoras, que rompan con el modelo imperante. No hay búsquedas, sorpresas, nada acontece. Son tediosas, ajenas.
Cómo cambiar esto, como dinamizar estos órganos, quién es el responsable. No hay duda que el convocante-presidente tiene mucha responsabilidad en lo que acontece, debe procurar la creación de un clima y el manejo o puesta a disposición de los presentes de unas reglas o técnicas para que la reunión sea interesante, viva. Los demás no dejan de tener responsabilidad porque la circulación es en ambos sentidos. Pero digamos que el convocante, la voz cantante, es el máximo responsable.
Dado que la mayoría de la reuniones, de una u otra forma, pueden tener al equipo directivo como convocante-presidente, la responsabilidad de éste en el desarrollo y resultado de estas reuniones es grande. Esta cuestión debe ser una cuestión central en la labor directiva. Se puede decir también que concibo al equipo directivo como el deus ex machina máximo que logra poner en órbita, impulsar, soltar amarras, la creatividad de todos los miembros de la comunidad educativa, convertir en aprovechable todas las energías que se despilfarran cotidianamente.
El gran pecado de la dirección sería reprimir, represar, pudrir esas energías, cegarlas, para que en el centro no pase nada, nada que no sea querido, deseado por el equipo directivo, que a su vez puede ser lo querido por los inspectores, por las instancias político-bancarias.
Si eso es así, ese centro, manejado con visión jerárquica, conservadora, no resulta interesante desde la perspectiva que avalo, una perspectiva aventurera, subversiva del orden establecido, con un funcionamiento horizontal, de mutua confianza, buscando la máxima creatividad, que acontezca algo.
Por tanto, hay que hacer algo, todos, para que cambie la dinámica de estas reuniones oficiales. Sobre todo es exigible a los que osan dirigir, presentarse ante sus iguales como jefes, dirigentes. De no ser así son peso muerto para el centro al que condena a la pobreza, al inmovilismo.
Si queremos dinamismo, movilidad permanente, el equipo directivo debe comprometerse con estos principios: Todo se mueve, todo se puede cambiar. Y con éste otro: Todos somos iguales (e incluyo a los alumnos y padres), del que se deriva que la horizontalidad es mejor que la verticalidad.
Por ello, el equipo directivo favorable a la horizontalidad, además de promover el cambio cualitativo en el funcionamiento de las reuniones oficiales, exigibles por ley, promoverá todo tipo de asambleas sobre distintos temas, abiertas en pié de igualdad a profesores, padres y alumnos. La ventaja de estas asambleas es que son voluntarias, que no se pasa lista, pero pueden por ello mismo ser más creativas, osadas y pertinentes que las otras, las oficiales. De ellas podrían surgir propuestas a considerar en el orden del día de las otras reuniones oficiales.
Hay que superponer a la estructura legal del instituto, otras estructuras nacidas de la capacidad de autoorganización de la comunidad educativa. Sabemos que esto es posible porque el movimiento 15 M, los indignados, los acampados… han demostrado lo que puede hacer el pueblo cuando se autoorganiza.
A los centros debe llegar todo esto, debemos relativizar y cuestionar permanentemente lo legal, las costumbres, lo establecido, nada es sagrado, y dentro del estado y su ley deben caber mil posibilidades para convertir el centro en algo más humano, más creativo, más educativo.
GUMMO MARX.
GUMMO MARX.
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